lunes, 2 de julio de 2012


Cuando generar dinero no vale tanto como compartir una buena cerveza




Las mejores cervezas de Bélgica se hacen en los monasterios católicos, sin duda, pero quién fue el primero en descubrir la receta para este elixir del cielo? La primera abadía es la de Westvletergen, fundada en 1931 por los monjes trapenses, encargada en fabricar una de las mejores cervezas del mundo. Según la página RateBeer, en 2005 fue elegida como la mejor del mundo. La receta se ha mantenido en secreto por 170 años.


Las cervezas trapenses son elaboradas en monasterios. Su nombre proviene del monasterio ubicado en La Trappe, Francia, fundado a principios del siglo pasado. Solo existen 6 marcas de cerveza belga con denominación “trapense”: Achel, Chimay, Orval, Rochefort, Westmalle y Westvletergen.


Lo más curioso es que teniendo una de las mejores cervezas del mundo, no usan ese argumento para ganar millones. Se nota que no son capitalistas, ni aprovechan del poder de Su palabra para ganar dinero, como suelen hacer algunos “tipos bien” abusando de la palabra del Señor. Bien rostizados van a quedar esos tipos después del Juicio Final, pero dejemos lo meta-religioso y volvamos a meterle a la historia.


En el citado monasterio producen apenas 60 mil cajas por año, igual que desde 1946, muy poco para abastecer al mercado cervecero mundial. Su poca producción quizás sea la responsable de conservar el sabor complejo y profundo que la ha hecho conocida. No producen más porque éste no es su verdadero objetivo, sino seguir con su vida espiritual. Con lo que generan, ya es suficiente para tirar todo el año. “Incrementar la producción no es una opción… Puede interferir con nuestro trabajo como monjes”, afirmaba el hermano Joris para el Wall Street Journal.


Si uno quiere degustar esta exquisitez, lo único que puede hacer es dirigirse al frente del monasterio, ya que solo allí se puede comprar, dependiendo claro del stock existente. Frente al monasterio hay un bar llamado In De Vrede (La Paz), con un museo dónde se explica cómo se hace la cerveza y cómo viven los monjes. Allí se puede comprar un par de botellitas, previa llamada telefónica dando solo la matrícula del coche para fijar cita. El día y hora señalada usted se presenta con su coche para recoger como máximo dos cajas por vehículo. Las cervezas “especiales” comienzan a llegar al mercado uruguayo, por ejemplo la Chimay normalmente ocupa su lugar en las góndolas del Disco. Vale la pena gastarse unos pesos más y saber disfrutar de una buena cerveza. Más aún sabiendo que viene de las fértiles manos de un monje trapense.


lunes, 21 de mayo de 2012

Mirada crítica


ELEFANTE BLANCO (mayo 2012)






La última película de Darín me pareció buena, dura, pero fiel reflejo de un sector de la sociedad argentina: las villas. Pobreza, violencia, injusticia, corrupción y lucha son sinónimos de la vida en la villa 31. También respeto y piedad para los más desfavorecidos. Hay una historia de entrega y ayuda por parte del sacerdocio, que se mezcla con la impotencia y el cansancio que provoca aquel acto de voluntad.

Trapero nos mete en la villa misma y nos hace recorrer de este lugar sin recursos, donde la lluvia se vuelve una gran incomodidad para sus habitantes. Después todo lo que ya conocemos: cumbia, tiros de pistola, narcotráfico y edificios sin terminar. La película por momentos coquetea con mostrar la corrupción en la iglesia, sin ser explícito en cuanto a su opinión al respecto.
Una vez más el cine argentino nos muestra políticos deshonestos, lo que ya se reconoce como patrimonio nacional. En este lugar la justicia no se acuerda de quién actúa con buena voluntad, ni de las personas que apuestan a favor del cambio de consciencia social.

Sin duda es una historia que sólo podría funcionar en un país como Argentina. Bien planteado por parte de los realizadores que nos muestran la cruda verdad en uno de los lugares más desfavorecidos. Donde por supuesto, la culpa no es de quienes cometen los pecados.